Udazkena

jueves, 2 de mayo de 2013

Miss you


Una vez más las lagrimas se resbalan por mis mejillas hasta llegar a mis labios y desaparecer en ellos. Me pongo a ver las fotos y las ganas de estar allí me invaden. Esta es solo la primera semana y aunque parezca irónico aun no me acostumbro a mi propia casa. Al comenzar a hablar con los amigos y familiares todo me recuerda a la preciosa vivencia que acabamos de vivir. A veces incluso pienso que hablo demasiado, que repito las cosas miles de veces y que les transmito la sensación de no querer estar aquí. Es comprensible, hablo de ello constantemente. Pero no sé como calmar esto. Si, son ellos los que me preguntan “cuéntanos, vamos cuéntanos, ¿cómo os fueron las cosas por allá?” y claro, yo, quien sabe callarse ni debajo del agua, doy rienda suelta a mi lengua, sin dejar de hablar. A veces pienso, bale, muy bien, ya has hablado lo suficiente, cambia de tema… Pero no, me gustaría sentirlos cerca, ver sus caras, escuchar sus voces y sentir su presencia cerca de mí… Eso aún no es posible, y el único modo de acercarme a esas sensaciones que tanto anhelo es sentirlos cerca hablando de ellos.


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